lunes, 11 de febrero de 2013

CAPÍTULO 20: -Echaba de menos tenerte cerca.


Y así pasó el resto de vacaciones. Y el verano que supuestamente iba a ser el mejor de mi vida, resultó ser la peor pesadilla que jamás tendré. Le echaba muchísimo de menos. Ese último “adiós” no lo olvidaré nunca. Deseé volver a atrás en el tiempo y dejar de odiarme por haber sido tan bocazas. ¿Por qué tuve que avisar a su madre? No volví a contactar con él. Pensé que nunca íbamos a volver a vernos.
Pero cuando se cierra una  puerta, se abre otra más grande.
Empecé el último curso, no muy bien, pero lo empecé. Pasaba los recreos sola, leyendo y escribiendo relatos sobre lo que sentía. De verdad me quería morir. Había planeado más de una vez escapar de este infierno y volver con Harry, pero no; no podía.
-Por fin terminan las clases. –dije para mis adentros cuando sonó el timbre. Metí los libros en la mochila y salí a la calle. Todo el mundo gritaba, hablaba, saltaba… odiaba esa hora; pero escuché una voz que me llamó la atención. Me paré y empecé a pensar. Después de muchos nombres di con el de Harry, ¿esa voz era de Harry? Sí, sí era. Esa voz era de Harry, me di la vuelta rápido y, desesperada, me abrí paso entre la multitud, esperando encontrarme con él. Las lágrimas empezaban a asomar, y avanzaba sin saber bien adónde ir. Poco a poco, aquel sitio se fue vaciando de gente, hasta quedar poca. Podía ver las caras de todo el mundo, pero no la de Harry.
“Tus imaginaciones, ______. Solo es eso, le echas de menos, es normal” pensaba. “Me estoy volviendo loca…”
Me subí al autobús y me senté en uno de los asientos del medio, pensando. Esa voz era demasiado real como para haberla imaginado, pero por otra parte, no vi a nadie. Era imposible que hubiera vuelto, y si lo había hecho no se iría así, sin más.
Llegué a la parada y me bajé. Solo tenía que dar la vuelta a la esquina para llegar a casa. En la puerta, vi un coche. Me acerqué, ya que no era de mi madre, y miré por el cristal.
-No puede ser…. –dije con las lágrimas cayendo. Giré y vi la matrícula. No tenía palabras. Simplemente, no tenía.
-Harry. –dije con un hilo de voz. Rápidamente abrí la puerta con llave y me dirigí corriendo al salón. Vi a la madre de Harry hablando con la mía, y oí unos pasos que venían del ático. Dejé la mochila tirada en el suelo y subí corriendo las escaleras.  Cuando llegué al piso de las habitaciones, le vi con los ojos rojos.
-¡Harry! –grité y corrí hasta donde estaba para darle un abrazo fuerte, al que él respondió. Las lágrimas se me saltaban.
-Te he echado de menos. –me dijo separándose y dándome besos por toda la cara, lo que me hizo reír.
-Te amo. –le cogí del cuello y le besé. Él me cogió de la cintura y me apegó más a él. No puedo decir cuánto tiempo estuvimos así, solo puedo decir que fue largo, muy largo. El beso más largo que me han dado en la vida.
-¿Sabes el tiempo que he estado esperando este momento? –le dije con la cara rozando su nariz. Él solo sonrió y me abrazó.
-Siento tardar. –me dijo abrazándome más fuerte. –Después de mucho tiempo convencí a tu madre para que te dejara venir a vivir conmigo.
-Harry, muchas gracias. –le besé otra vez y pude notar cómo sonreía entre beso y beso.
Bajamos las escaleras de la mano y vimos a nuestras madres sonriéndonos.
-Chicos, a las seis vamos a ir al centro comercial nuevo, así que haced vosotros la cena. –dijo Anne, la madre de Harry. Los dos subimos a nuestra habitación y mientras Harry calentaba mi comida, yo me cambiaba. Mientras comía me iba hablando.
-Cuando te fuiste, no sabía qué hacer. Te había llevado a un sitio donde no te tenía que haber llevado sin permiso, así que tenía que cumplir con mi castigo. Pero no era tu culpa, mi madre se habría dado cuenta nada más  irnos, porque no iría a la panadería. –sonrió y acarició mi mejilla. – Hoy te fui a recoger al colegio y nada más llegar te vi saliendo y te llamé; pero corriste hacia la otra acera, pensé que me estabas evitando, así que volví.
-¡No te evitaba, Harry! ¡Te estaba buscando! –me sentía mal por haber corrido.
-Ah, vale… -me mató con una de esas sonrisas, y luego siguió. –Cuando te oí entrar, me lavé la cara de llorar, porque pensé que creías que te había abandonado o algo, y entraste. El abrazo que me diste me quitó todas las dudas: por lo visto, me sigues queriendo. –se rió.
-Jajaj, te amo. –le di un beso corto en los labios.
-¿Qué podemos hacer hasta que se vayan? –dijo sonriendo.
-¿Hasta que se vayan? ¿Acaso tienes planes para cuando se hayan ido? –dije con una sonrisa pícara. Él se rió y se acercó a mi oído.
-Mañana no podrás andar. –me susurró al oído y sonreí.
-Esperaré encantada. –dije burlona.
Me levanté a dejar los platos y cuando lo fui a fregar, Harry me abrazó por atrás. Enjuagué los platos y cuando terminé, me di la vuelta, tenía a Harry delante mía.
-Echaba de menos tenerte cerca. –dije después de besarle.
-Y yo. –me abrazó.
“¿Cuánto tiempo he esperado para poder oler su perfume? “ pensé. 

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